jueves, 29 de noviembre de 2012

El catarro




Hoy voy a hablar de algo muy común tanto en adultos como en niños, el catarro o resfriado, pero voy a centrarme en el trato con el bebé.

Los bebés pueden no tener ningún resfriado en el primer año de vida puesto que recibe anticuerpos a través de la placenta y la leche materna también aporta anticuerpos contra las enfermedades. Por el contrario puede suceder que padezcan docenas de resfriados.

La secreción nasal, fiebre, dolor de garganta, irritación de los ojos, tos, estornudos... son síntomas del proceso catarral y aunque en principio no son graves, conviene estar atentos a posibles complicaciones. 
Este tipo de enfermedades suele tener un patrón en la evolución de sus síntomas, los primeros días el niño estará inquieto, con malestar general y tendrá mucho moco, tos y posiblemente algo de fiebre; en general en la segunda fase su estado mejora, aunque los mocos se vuelva más espesos.

Para los bebés los síntomas del catarro son mucho más molestos que para los adultos ya que un adulto es capaz de respirar por la boca si es necesario, sonarse etc, cosas que por el contrario para un bebé resulta imposible (por ejemplo, durante la lactancia el bebé necesita respirar por la nariz y por si solo no es capaz de limpiársela).

El tratamiento que se debe seguir debe ser acorde a la severidad del resfriado y a como se sienta el niño. En ocasiones bastará con dejar unos días a que se recupere por si solo.

Es recomendable tener en casa un termómetro, aspirador nasal, suero fisiológico, gotas o supositorios (recomendados por el pediatra)

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