Sus manifestaciones más frecuentes son:
- Insuficiente aumento de peso
- Llanto (el ácido del estómago irrita la mucosa del esófago)
- Anemia
- Tos
Para mejorar estos síntomas se recomienda tener al bebé inclinado con la cabeza más alta que los pies, se deben evitar los gases y darle un número mayor de tomas de poca cantidad y el pediatra puede recomendar el uso de algún medicamento para bloquear la secreción de ácidos o neutralizándolos protegiendo así la mucosa del estómago.
Cabe destacar que una de las mayores diferencias entre regurgitación y reflujo es que en el primer caso el bebé no tiene molestias e incluso queda más contento porque expulsa aire y en el segundo caso el bebé acostumbra a llorar y a enfadarse.
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