Los niños deben dormir un número
determinado de horas para poder hacer frente a la actividad diaria.
Desde el nacimiento han de regularizare los periodos de actividad y
de reposo, para así adaptarlos a las condiciones ambientales.
Debería contar con su propio espacio para
el descanso, ya no es aconsejable que duerma en el mismo cuarto que los
adultos. Hasta los cinco años tienen que dormir siesta después de
la comida. La escuela juega un papel crucial en la combinación de la
actividad y el reposo.
Determinadas causa físicas, estados
emocionales o alteraciones de sectores de la personalidad son los
desencadenantes de episodios de intranquilidad, movimientos de
miembros o crisis de terror.
Los padres tienen que dar alegría y
seguridad al niño cuando vaya para la cama, ya que se debe huir de
asociar la cama con un castigo. A parte, son los encargados de
conocer los hábitos de sueño-vigilia, posibilidades de
tarea-descanso de los niños para organizar espacios, horarios y
tareas en función de la edad.
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